Por Carlos Flanagan (*)
El pasado domingo 13 tuvieron lugar en Argentina las elecciones presidenciales Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).
Los resultados
Según datos correspondientes a las 19:31 hs del día de ayer, con el 97,4% de votos escrutados (publicados por Página 12) tenemos:
- votos emitidos: 24:016.776 que expresa una participación del 69,6% de los votantes (versus 76.4% de las anteriores PASO del 2019).
- votos en blanco: 4,8%
- votos anulados: 1,2%
Tomando en cuenta a los tres principales agrupamientos políticos:
- La Libertad Avanza – Javier Milei – 7:116.352 votos = 30.0%
- Juntos por el Cambio – Patricia Bullrich – 4:022.466 votos = 17.0% // Horacio Rodríguez Larreta – 2:675.563 votos = 11.3%. Total = 28.3%
- Unión por la Patria – Sergio Massa – 5:070.104 votos = 21.4% // Juan Grabois – 1:390.585 votos = 5.9% Total= 27.3%
Si bien son elecciones internas dentro de cada grupo político para definir qué candidata o candidato lo representará en las próximas elecciones presidenciales generales a realizarse el 22 de octubre, resulta inevitable comparar entre sí los votos recibidos por cada agrupamiento político.
El principal hecho a señalar es la arrasadora votación del candidato ultraderechista Javier Milei que lo ubicó como el candidato más votado.
Pero aún resulta más preocupante su poder de convocatoria ya que “corrió solo”, sin competidor a la interna de su agrupamiento. Y es sabido que la competencia interna es un factor de aumento de participación de votantes.
En segundo lugar quedó la derechista Patricia Bullrich, ex-ministra de Seguridad durante todo el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), que contó obviamente con todo el apoyo del macrismo.
Y en tercer término el actual Ministro de Economía, Sergio Massa.
Algunas primeras reflexiones
Con una votación dividida en tercios entre los tres candidatos triunfantes, es más que probable que se vaya a una segunda vuelta el próximo 22 de octubre.
Hay que tener en cuenta que existe otro 30% que no concurrió a votar y que tendrá una importancia fundamental en la definición de la elección.
El triunfo de Milei y la frustración de las expectativas previas en filas de Juntos por el Cambio y de Unión por la Patria son dos caras de una misma moneda.
Milei: ¿un fenómeno único?
Más allá de que para muchos su arrasadora votación haya sido una sorpresa, en realidad si analizamos el hecho más allá de las fronteras de Argentina, comprobamos que no lo es.
Es un hecho innegable el ascenso de la ultraderecha en varios países del mundo. Y no es casual. Responde al descontento o decepción tanto respecto a gobiernos neoliberales que en el marco de una crisis sistémica lejos de mejorar, empeoraron las condiciones de vida de la mayoría de la sociedad, como a gobiernos socialdemócratas que fracasaron en su intento de mejorarlas en base a cambios superficiales, casi cosméticos; eje de lo que ellos llaman “una política de centro”, que como veremos no existe.
El discurso de Milei al igual que sus pares de ultraderecha como Bolsonaro en Brasil, Vox con Abascal en España, Giorgia Meloni en Italia, Orban en Hungría, Morawiecki en Polonia, Akesson en Suecia, capitaliza ese descontento con afirmaciones tajantes, que más allá de que sean practicables, dan la sensación de certeza y seguridad que el votante busca.
Los pilares de estos discursos son el achicamiento del estado, la defensa de la propiedad privada, en Europa una postura anti inmigración.
Milei hace centro en la dolarización de la economía, la eliminación del Banco Central y de algunos ministerios como el de salud, obras públicas y educación, abriendo el camino a la inversión privada. Poniéndose en un lugar “por fuera del sistema”, se autodefine como un “anarco – capitalista” y construye un perfil propio que ataca a los otros políticos (macristas incluidos) haciendo un llamado a “terminar con la casta política parasitaria, chorra e inútil”.
Los problemas del kirchnerismo
Son variados. Desde las notorias diferencias en algunas orientaciones del gobierno entre el Presidente Alberto Fernández y la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, hasta las presiones que ejerció en la interna Sergio Massa para ser nominado como principal candidato de la coalición (en contra de la postura de CFK que patrocinaba a Wado de Pedro).
Quedó evidenciado que Massa siendo el Ministro de Economía no era en absoluto un buen candidato.
Por ende el principal problema es a mi juicio el desencanto y rechazo de la gente a una política económica de cuño socialdemócrata que mantiene la dependencia con el FMI en el manejo de la deuda externa, no puede controlar una inflación galopante y la consecuente pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
Las perspectivas hacia octubre
Milei aparece con la posición más cómoda hacia las elecciones presidenciales de octubre y seguramente reafirmará su postura que tan buen resultado le diera en las primarias.
Patricia Bullrich deberá derechizar aún más su discurso para sacarle votos a Milei, ya que no sería creíble un viraje hacia el centro para competir con Massa.
Por su parte Massa y su equipo no la tendrán fácil. Deberán radicalizar su discurso contra la derecha, apelar a la militancia y recorrer todo el país para mantener los votos obtenidos y captar fundamentalmente a la mayoría de votos de ese 30% que no concurrió a las urnas.
La socialdemocracia y las políticas de centro
Históricamente, la socialdemocracia ha planteado la posibilidad de reformar la sociedad dentro del marco del capitalismo mejorando sus aspectos más regresivos.
Por su propia concepción de clase, la socialdemocracia nunca se planteó una ruptura con el capitalismo y el imperialismo.
Ya en 1915, Lenin señalaba su inconsecuencia, cuando lejos de condenar la I Guerra Mundial por su carácter de ajuste de cuentas interimperialista, ajeno a la clase obrera, adoptó posturas nacionalistas y conciliadoras con la burguesía, votando incluso como los socialdemócratas alemanes créditos de guerra.[1]
Fruto de esta concepción son las llamadas políticas de centro que bajo diversos rótulos plantean una reforma del sistema. “Capitalismo con desarrollo”, “desarrollismo”, “capitalismo con rostro humano”, “capitalismo con justicia social”, son algunos de ellos.
Estas políticas pudieron aplicarse parcialmente en circunstancias particulares por las que atravesaron determinadas regiones o países.
Sin ir más lejos en nuestra región en ocasión de las dos guerras mundiales y por último en la de Corea, la suba sostenida de determinadas materias primas, generaron ingresos fuera de lo habitual que permitieron el desarrollo de industrias medianas, el pleno empleo y el financiamiento de políticas de seguridad social avanzadas.
Pero a partir de la década de finales de los años 60 del pasado siglo y hasta el presente, el reajuste del sistema de explotación capitalista, sumado a sus crisis sistémicas cíclicas dieron por tierra con las mismas.
En síntesis, afirmamos que las políticas de centro “no existen” en tanto que más allá de buenos deseos e intenciones, no pueden aplicarse a largo plazo.
La socialdemocracia siempre “en última instancia” nos lleva a la claudicación ante el capitalismo.
Es como la nieve que se derrite al calor del incremento de la lucha de clases, y nos deja ante la presencia de los dos únicos sistemas sociales antagónicos e irreconciliables existentes: el capitalismo y el socialismo. –
(*) Carlos Flanagan é miembro del Partido Comunista de Uruguay. Ex Secretario de Relaciones Internacionales del PCU e integrante de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del Frente Amplio (CARIFA). Ex Embajador de Uruguay.
[1]V. I. Lenin – “La bancarrota de la II Internacional” mayo – junio de 1915.