Documentos confidenciais revelam que Brasil foi cúmplice dos EUA no golpe contra Salvador Allende

Los documentos desclasificados detallan la presión ejercida por el expresidente Richard Nixon para que Brasil coopere en el impulso de una “insurrección” contra el presidente socialista chileno.

Por Guido Vassallo

En el 57º aniversario del golpe militar en Brasil, el Archivo de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense publicó documentación confidencial que revela el esfuerzo del régimen brasileño para derrocar al gobierno de Salvador Allende (1970-1973). Los archivos secretos detallan la presión ejercida por el expresidente de Estados Unidos, Richard Nixon, para que Brasil coopere en el impulso de una “insurrección” contra el presidente socialista. Y confirman que agentes secretos provenientes de Brasil trabajaron con el Ejército y la Fuerza Aérea de Chile para conseguirlo.

 

El embajador de Chile en Brasilia, Raúl Rettig, envió en 1971 un cable “estrictamente confidencial” a la cancillería chilena. El plan era trabajar en conjunto con organizaciones paramilitares y fascistas como el Frente Nacionalista Patria y Libertad (FNPL) de Chile. El material publicado por el NSA fue uno de los insumos de la profunda investigación que encaró el periodista Roberto Simon y desembocó en el libro Brasil contra la democracia: dictadura, golpe en Chile y la Guerra Fría en Sudamérica.

“Sabemos desde hace muchos años que era política del régimen militar brasileño oponerse al gobierno de Unidad Popular de Allende y dar la bienvenida al sangriento régimen de Pinochet como nuevo y valioso miembro del club de dictadores del Cono Sur. Pero ahora tenemos un panorama más amplio de las operaciones diplomáticas, militares, de inteligencia y económicas que Brasil emprendió secretamente contra la democracia chilena“, detalló a PáginaI12 Peter Kornbluh, director del Proyecto de Documentación de Chile y Cuba​ del NSA.

El centro de investigaciones estadounidense reveló este miércoles por primera vez 12 documentos desclasificados sobre el rol que tuvo Brasil en el derrocamiento de Allende. Uno de ellos fue redactado pocos días después del histórico triunfo del líder socialista en las urnas el cuatro de septiembre de 1970. El documento fechado el 22 de septiembre revela que el embajador estadounidense en Chile, Edward Korry, se reunió con el embajador de Brasil en Santiago, Antonio Cândido da Câmara Canto, para compartir detalles de los esfuerzos de Estados Unidos para bloquear la toma de posesión de Allende. 

 

Por órdenes de la Casa Blanca, dijo Korry, la embajada estadounidense estaba pasando “información hostil” sobre Allende a los comandantes militares chilenos y amenazando con cortar la ayuda económica y la provisión de material bélico si éste finalmente asumía la presidencia de Chile, que aún debía ser ratificada en el Congreso.

Otro archivo impactante es el memorándum de una reunión registrada el nueve de diciembre de 1971 entre el expresidente de Estados Unidos, Richard Nixon, y el líder por entonces de la dictadura brasileña, el general Emilio Garrastazu Médici, en la Casa Blanca. Allí hablaron sin tapujos sobre los esfuerzos para derrocar a Allende.

De acuerdo a los archivos desclasificados, Médici le dijo a Nixon que Allende iba a ser depuesto “por la misma razón por la que (el presidente Joao) Goulart había sido derrocado en Brasil” y dejó en claro que “Brasil está trabajando para alcanzar esa meta”. Nixon le respondió que era “muy importante que Brasil y Estados Unidos trabajen cerca en ese campo” y ofreció “ayuda discreta” para operar contra el gobierno de Allende.

La reunión en la Oficina Oval entre Nixon y Médici quedó plasmada en un documento “ultrasecreto” de la Casa Blanca que el NSA consiguió y publicó por primera vez en 2009. El prestigioso centro de investigación también difundió resúmenes de inteligencia de la CIA sobre la reacción a la reunión de algunos oficiales militares brasileños, incluyendo a uno que creía que “los Estados Unidos obviamente quieren que Brasil haga el trabajo sucio” en Sudamérica.

El 23 de marzo de 1971 el embajador de Chile en Brasil, Raúl Rettig, envió un cable confidencial al ministerio de Relaciones Exteriores bajo el sugestivo título: “Ejército brasileño posiblemente realizando estudios sobre la introducción de guerrillas en Chile”. Múltiples fuentes habían informado a la embajada que el gobierno militar de Brasil estaba evaluando cómo instigar una insurrección para derrocar a Allende.

 

]Incluso las Fuerzas Armadas de Brasil habían establecido una “sala de guerra” con mapas y modelos a escala de la cordillera de los Andes para planificar las operaciones de infiltración. Según el informe de Rettig, “el Ejército brasileño aparentemente envió a Chile a varios agentes secretos que habrían ingresado al país como turistas, con la intención de recopilar más antecedentes sobre posibles regiones donde podría operar un movimiento guerrillero”. Aún no se había fijado una fecha, dijo un informante, para iniciar el “movimiento armado”.

Tal como sucedió con la Marina chilena, los agentes extranjeros se vincularon con el fascista FNPL, algunos de cuyos dirigentes obtuvieron protección después del intento de golpe de junio de 1973 conocido en Chile como “Tanquetazo”. Esa sublevación militar que fue la antesala del derrocamiento de Allende estuvo liderada por el entonces comandante del Regimiento Blindado, Roberto Souper, recordó el portal Bío Bío.

Los uniformados brasileños, detalla el NSA, se reunieron con miembros de las Fuerzas Armadas chilenas en la base aérea El Bosque en agosto de 1973, a pocos días del golpe militar. Allí compartieron experiencias de las estrategias usadas en 1964 para derrocar al presidente Goulart. 

Tras el sangriento golpe del 11 de septiembre de 1973 que puso a Augusto Pinochet al frente del gobierno de facto, oficiales del servicio de inteligencia brasileño conformaron un grupo especial de interrogatorios que operó en el Estadio Nacional de Santiago. Un diplomático brasileño informó a su país sobre la presencia de “aproximadamente cinco policías y tres detenidos brasileños” en el interior del estadio reconvertido en campo de detención, tortura y ejecución.

 

Brasil entrenó además a decenas de funcionarios de la temida fuerza policial secreta chilena, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Entre ellos, a agentes que participaron en misiones de asesinatos internacionales, como el coche bomba que acabó con la vida del exembajador Orlando Letelier y la activista de izquierda Ronni Karpen Moffitt en Washington DC, o el homicidio fallido del líder democrata-cristiano Bernardo Leighton y su esposa en Italia, en 1975.

Como muestra de los fuertes lazos entre ambos países, altos oficiales militares chilenos tuvieron una larga estadía en Brasil, como el general Humberto Gordon, destinado en Brasilia como “agregado militar” en 1974. Gordon ascendió hasta convertirse en jefe de la policía secreta de Pinochet, la Central Nacional de Informaciones (CNI) que sucedió a la DINA en 1977.

“Los documentos desclasificados cambian la narrativa histórica de Chile, que se ha centrado en gran medida en el papel de la acción encubierta de la CIA en la desestabilización de Allende”, aseguró Peter Kornbluh. “También demuestran que Brasil fue un actor intervencionista independiente en el Cono Sur, no un perro faldero imperial de Washington. La dictadura militar brasileña buscó proteger su futuro eliminando el modelo seductor de Allende de la vía pacífica al socialismo y ayudando a crear un régimen militar represivo y aliado en su lugar”, agregó el investigador desde Washington.

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